En las localidades pequeñas algunos servicios funcionan de otra manera,
y algunas normas y costumbres, también. Además de las leyes aplicables a
todo el territorio español, los pueblos tienen un conjunto de normas no
escritas que se respetan casi a rajatabla. No tienen multas ni penas
por saltárselas: se cumplen porque siempre han estado ahí y se cumplen
en familia, casi como si fueran de la casa de uno. Por si eres de los
que vuelve al pueblo de vacaciones y necesitas refrescar algunas de las
más comunes, nos hemos atrevido a escribir esas normas no escritas para
que las señoras tomando el fresco no te miren raro.
TÍTULO 1. Normas de circulación
art 1. Prohibido aparcar donde la gente sale a tomar el fresco.
Existe una línea amarilla imaginaria en los sitios donde los vecinos
sacan las sillas cuando cae la noche y comienza a correr el aire. No hay
multa por aparcar en ellos, pero atente a las consecuencias si provocas
una migración de gente con sus sillas plegables.
art 2. Los coches no tienen prioridad... sobre nada.
Hay veces que dos tapas de alcantarilla están a la distancia perfecta
para ser los postes de una portería imaginaria y en ese caso los niños
tienen prioridad. También los niños-kamikaze en bicicleta y tractores
tienen preferencia sobre los automóviles. Y para las personas con
carrito de la compra, toda la carretera se considera paso de cebra.
TÍTULO 2. De las gentes y el comercio
art 3. Debes saber situar a todos los vecinos en su árbol genealógico.
Si alguien te va a contar algo de “Juan, el hijo de El Mochuelo”, antes
de que continúe su relato deberás agregar: “Sí, que se casó con Isa, la
de la frutería”. Si no, la conversación no fluye. Después, la otra
persona puede continuar con lo que te iba a contar de Juan el hijo de El
Mochuelo o añadir algo sobre Isa la de la frutería: “Que su hermana es
Virginia, la de la Asociación de Vecinos”. A lo mejor, al final ni te
enteras de lo que te iban a contar de Juan.
art 4. Hay que saludarse. No con todo el mundo, pero casi. Y el “¿qué tal?” no es un formalismo. Hay que contar qué tal estás. Tú y toda tu familia.
art 5. Los mayores siempre pueden criticar tu aspecto,
sin derecho a réplica. Alguien tiene que avisarte si llevas unos
pantalones demasiado largos para ser cortos y demasiado cortos para ser
largos, o si llevas una camisa que parece la cortina de una ducha.
art 6. Del pueblo es el que nace en el pueblo. El
resto son forasteros. Al igual que los que nacen allí pueden irse fuera y
seguirán siendo del pueblo mientras acudan a las fiestas (art 11), con
los de fuera ocurre lo contrario: da igual que lleves 30 años viviendo
en la localidad, seguirás siendo “el forastero”. Eso sí, al tercer mes te querrán como a uno más.
art 7. Es tu deber y obligación conocer los puntos con cobertura.
El pueblo tiene un número determinado de lugares desde los que se puede
utilizar el móvil. Son los que son, y si te alejas un paso de ellos,
olvídate de recibir WhatsApps. Esto es así para que resulte más fácil
acudir a la casa de la persona a la que quieres llamar que llamarla.
art 8. Respeta los parentescos a la hora de ligar.
Los familiares cercanos, exnovios y parejas de tu cuadrilla son
intocables, así que si eres de los que solo van al pueblo en vacaciones,
mejor que un amigo te ponga al día. Ya, respetar los parentescos en las
aldeas pequeñas reduce a muy poco las posibilidades de ligar. Pero para
eso están las fiestas de los pueblos cercanos.
art 9. Dejarás la puerta abierta. Con total
tranquilidad. ¿Quién te va a robar, si os conocéis todos? En caso de que
haga mucho frío o haya corriente, existe la variante de dejar la puerta
cerrada, pero con la llave debajo del felpudo o de una maceta.
art 10. Repartirás tus compras entre diferentes tiendas.
Sin favoritismos. Si hay dos fruterías, intentarás dividir tus compras
entre las dos. Si no, se van a pensar que te pasa algo con los dueños de
alguna de ellas.
TÍTULO 3. De las fiestas
art 11. Si vives fuera, te tomarás unos días libres para ir a las fiestas.
Aunque sea solo uno. Si no acudes, te desheredarán. Puedes vivir 50
años en otra ciudad y seguir siendo de tu pueblo siempre y cuando vayas
para los festejos, pero ay de ti como faltes. No existe ninguna excusa
perdonable para no pisar la verbena todos los años.
art 12. Hay que completar el pasaporte de fiestas regionales cada año.
Las de tu pueblo son obligatorias –no olvides el artículo 11–, pero las
de los pueblos de alrededor son optativas y hay que superar, al menos,
dos o tres por año. Además de que son una de las mejores formas de hacer
piña con la cuadrilla de la infancia, siempre se puede desmadrar un
poco más que en las del propio pueblo. Eso sí, ten cuidado: en ellas, el
forastero eres tú.
art 13. Habrá una banda u orquesta fetiche. Cuando
el número de un grupo u orquesta entra en la agenda del Ayuntamiento, es
probable que repita año sí año también. Y no es malo en absoluto. De
hecho, tocará en el día grande. También hay pueblos que, además de las canciones que suenan en todas las verbenas, tienen temazos propios.
TÍTULO 4. Del folclore y las tradiciones
art 14. Alguien de tu familia debe ser host de una virgen. Es lo más parecido a AirBnB en los pueblos: cada semana, es un vecino el que acoge a la virgen o santo, que ocupa un lugar privilegiado en la casa a vista de todos. La diferencia con AirBnB es que es el host el que paga la estancia, pero a cambio no genera conflicto ni con el Ayuntamiento ni con el resto de vecinos.
art 15. Hay que mantener la rivalidad con los pueblos de alrededor. Da igual que vayas a sus fiestas y te lo pases de maravilla, los piques hay que mantenerlos. Si la localidad vecina es más grande o más prospera, los tratarás de "señoritos" y, si es más pequeña, de "aldeanos". Si te echas una pareja de un pueblo rival, prepárate para sufrir bromas ilimitadas.
art 16. Conservarás y divulgarás las leyendas urbanas propias. Sabes que esa historia surrealista de lo que le pasó a un famoso que acudió a tu pueblo a tocar en fiestas tiene todas las papeletas para ser falsa. Pero la vas a seguir contando igual, e incluso exagerándola. También las hay de terror, con preferencia por casas y fábricas abandonadas donde pasan cosas raras y amigos de primos de vecinos a los que les han pasado cosas muy malas haciendo la ouija.
Fuente: https://verne.elpais.com
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